Impulsos incontrolables

Natasha no sabía muy bien que la impulsaba a hacer aquello... Pasaba de medianoche y se deslizaba sigilosamente por el pasillo de habitaciones. Encontró la de Toris y forzó la cerradura para entrar. Una vez dentro se fijó en el muchacho que dormía a pierna suelta. Se sentó a su lado en la cama, llevaba un camisón largo pero escotado, la luz de luna que la bañaba la hacía parecer aun mas blanca.

-Toris... -le llaó acariciandole la cara.

Había caido rendido despues de mi paseo con Natasha, estaba confuso, me gustaba la bielorrusa, amaba a Feliks no sabía que hacer quería tenerlos a los dos, si ojalá pudiera tenerlos a los dos eso sería un sueño maravilloso.

Oí entre ensoñaciones que alguien me llamaba, ¿era la voz de natasha? Habrí un poco los ojos y allí estaba la silueta de la bielorrusa, con su cabello suelto bañado por la luz de la luna y un hermoso camisón de tirantes que realzaba su silueta.

_ ¿Natasha eres tú?_ Me incorporé un poco para quedar a su altura.

-Si... soy yo, Toris... -le respondió con tono suave.

Alzó la mano para acariciarle la mejilla y acercó sus labios a los del lituano para besarle suavemente y abrazarle. Acabó por tumbarle otra vez en la cama y tendiendose ella a su lado.

¡Era natasha! era ella la que le había besado. ¡no era un sueño! ¡solo me había besado con Feliks pero ahora estaba besando a natasha! y ella había sido la que había iniciado aquel corto beso pero sin duda un beso.

Me tumbó a en la cama y ella se recostó a mi lado, ¡Tenía a la mujer de mis sueños en la cama!

_ Natasha ¿que sucede? ¿te pasó algo con tu hermano?

Su rostro mostró un pequeño gesto de dolor. Miró a Toris, acostada a su lado.

-No hables de él, Toris, él ya no importa... -le contestó -Ahora me importas solamente tu.

Volvió a besarle con más fuerza, introduciendo su lengua en la boca de Toris, esperando que él se pusiese sobre ella.

¿Ya no importaba? ¿Ivan no le importaba? era su hermano ella siempre lo había amado, y ahora ya no importaba. Natasha debía estar confundida algo le debía haber pasado y yo no podía aprovecharme de la situación sería rastrero pero cuando volvió a besarme perdí el control de mis acciones correspondiendo con deseo a sus labios.

Jugué con su boca apasionadamente, con lujuria pero sin olvidarme de que era la mujer mas especial para mí debía ser cortés y tratarla como ella se merecía no como el jueguete que Ivan la hacía ver.

Deslizando el brazo por su cintura apreté su cuerpo junto al mio y besandola una, dos, mil veces... hasta que el ultimo atismo de cordura me detubo.

La miré a los ojos juntando nuestras frentes sin romper el abrazo_ Por favor dime que te ha pasado con Ivan o no seré capaz de seguir, te quiero demasiado como para utilizarte. Para mi no eres ningún juguete.

En cuanto escuchó la pregunta del lituano, Natasha no pudo evitar romper a llorar.

-Él si me usó, Toris... -le confesó sollozando -Y luego me llamó puta y me dijo que no quería volver a verme... -una mirada de ira aparecio en sus ojos -Y yo no quiero volver a verle... le mataré... -abrazó a Toris como si la vida le fuese en ello... -No cambies nunca, Toris... Tu eres lo mejor que tengo.

Escuché las palabras de Natasha apoyada en mi regazo, aquel maldito ruso, incluso se había atrevido ha hacer daño a su propia hermana, una parte de mi quería matarle por hacer daño a sus seres queridos pero la lastima me contuvo, Ivan no era mas que un pobre muchacho que no conocía el amor.

Y amor era lo que necesitaba ahora Natasha, esta noche era solo para nosotros.

_ No te preocupes, yo siempre estaré a tu lado, jamás cambiaré ojala me aceptes tal como soy.

La besé en las megillas para limpiar sus lágrimas. _ ¿mejor?

La bielorrusa se limpió del todo las mejillas y le sonrió débilmente asintiendo.

-Tu... no me dejarás nunca, verdad? -le preguntó con voz temblorosa -Tu eres perfecto tal y como eres...

Volvió a besarle acariciandole los hombros, rindiendose a él y deseando ser suya.

Me sonrojé intensamente "perfecto" nunca pensé que natasha diría algo así de mi, siempre pensé que me venía como un patán sodomizado por la vara de hierro de Ivan, incapaz de hacer sombra a su hermano pero ahora me veía como un hombre, era tan feliz.

Me posicioné sobre ella para volver a besarla, mientras deslizaba una mano debajo de su camisón acariciando sus largas piernas peludas como un oso polar.